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Cementerio Lafayette
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The Untold Myth :: Ciudad :: Afueras
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Cementerio Lafayette
Aquí yacen los restos más antiguos, familiares queridos que ya no están entre nosotros, al menos físicamente, nunca se sabe si realmente se han ido o todavía nos vigilan de cerca. Este ha sido un punto de reunión para muchos aquelarres de brujos y brujas de luz ya que es suelo sagrado donde la magia blanca fluye en el ambiente.
El cementerio cuenta con un viejo mausoleo de piedra donde se encuentran unas escaleras que desembocan en las catacumbas, túneles que recorren toda la ciudad bajo los pies de los transeúntes.
Dimitri Ruvanof- Mensajes : 46
Re: Cementerio Lafayette
Nueva Orleans estaba cálidamente encendida por las luces de navidad y el espíritu gozoso de sus habitantes. Pero Rose no era capaz de sentirse así, y menos aquel día. Había sido el peor de su existencia. Peor incluso que el día del accidente. Aquel 10 de Diciembre, mientras el sol se ponía por la ventana y la noche se cernía sobre la ciudad para cubrirla de risueñas luces, el médico entró en la habitación para hablar con la Sra. Mólling y su hija. La recuperación que tanto habían ansiado no iba a suceder. Audrey estalló en un mar de lágrimas mientras Rosalie mantuvo un comportamiento férreo. Tomó el papel, lo hizo una bola y lo lanzó a la papelera más próxima sin percatarse de su acierto. –Madre, no llores- Le pidió en tono frío para que el médico supiera cuál era su opinión al respecto, y acudió junto a ella para ponerle una mano sobre sus hombros a modo de consuelo. Era una muestra de afecto un poco distante, diría cualquiera, pero suficiente y hasta cálida para Rose. –No firmaremos. No desenchufaremos a mi padre. Se va a poner bien- Fueron las tres frases más cortantes y con más carga negativa que había dicho en toda su vida. –Estaría bien que nos dejara a solas- Le pidió al doctor con una sonrisa tensa. No se sentía a gusto con alguien que había insinuado simplemente y por un segundo que su padre dejara de respirar.
-Vete a casa, ha sido un día muy largo y la abuela te debe estar esperando. Me quedaré esta noche con papá- Ayudó a levantarse a su madre del incómodo sofá. Cerca de medianoche, se inclinó sobre Roger y deposito un suave beso sobre su frente mientras estrechaba su mano con fuerza. Una lágrima se derramó por su mejilla, presa del dolor. En ese momento no sentía ni una pizca de ansiedad, de hecho, por una vez en la vida, tenía la necesidad de que sus muestras de afecto fueran correspondidas efusivamente. –Te vas a poner bien- Murmuró con una pequeña sonrisa en sus labios mientras le acariciaba el pelo, algo más largo que hacía dos meses. Al salir descubrió que llovía débilmente y desde la entrada del hospital decidió llamar a un taxi que la acercara hasta su apartamento. Allí, en un baúl, había una bolsa ya preparada desde hace una semana y una caja con unos pequeños agujeros. Provenientes de ella se escuchaban ligeros movimientos, pero Rose no se mostró extrañada. Volvió a bajar y a subirse al mismo taxi al que le había indicado que esperara y le dio la orden de llevarla hasta el cementerio.
Alejada del recinto del cementerio, y adentrándose en el bosque, había una pequeña cripta que había descubierto hacía ya un par de semanas atrás y que decidió sería el lugar indicado. Toda la información extraída de internet acerca de ofrecimientos e invocaciones a los dioses había sido casi inservible. Había información confusa y hasta contradictoria. Lo único que había sacado en claro era el sacrificio. La simple idea le causaba náuseas, y para una Rose anterior y menos madura el hecho de matar a un animal era impensable. No por arrebatar una vida, sino por ser ella el verdugo.
Ya había elegido el sitio dónde sería el ritual, tan solo hacía falta preparar el altar. De la bolsa sacó primero una manta lisa de color claro que posó sobre la húmeda hierba y tener donde descansar sus rodillas. Las gotas traspasaron en cuestión de segundos la tela, pero al menos la protegían del farragoso barro. Luego puso sobre la piedra un par de velas negras que había traído y las encendió con unas cerillas, y alrededor de las velas colocó en una red de flores que había recolectado de allí mismo. Cuando terminó de prepararlo cogió una pequeña pero afilada daga y suspiró. No sabía si estaba preparada para hacerlo, pero no quedaba otro remedio y la depositó sobre la manta. Antes de abrir la caja cogió de la bolsa un par de guantes de plástico para no ensuciarse las manos de sangre. Cerró los ojos concienciándose de lo que debía hacer y cogió la caja y la abrió por el extremo superior. Había dos pequeñas ratas pululando de un lado a otro, inquietas, como si supieran exactamente cuál era su destino. –Ellas o tú padre- Susurró para concienciarse. Y mientras lo volvía a repetir degollaba con la daga una de esas ratas. La sangre caía a chorro sobre la manta blanca mientras pataleaba en sus últimos alientos. Con una mueca de pavor, miedo y asco, dejó la rata muerta sobre el altar, mientras cerraba su mente con las manos apoyadas en la piedra, concentrándose en llamar a hades. Esperaba que el sacrificio con su ferviente deseo de ayudar a su padre la hiciesen merecedora de su presencia.
-Vete a casa, ha sido un día muy largo y la abuela te debe estar esperando. Me quedaré esta noche con papá- Ayudó a levantarse a su madre del incómodo sofá. Cerca de medianoche, se inclinó sobre Roger y deposito un suave beso sobre su frente mientras estrechaba su mano con fuerza. Una lágrima se derramó por su mejilla, presa del dolor. En ese momento no sentía ni una pizca de ansiedad, de hecho, por una vez en la vida, tenía la necesidad de que sus muestras de afecto fueran correspondidas efusivamente. –Te vas a poner bien- Murmuró con una pequeña sonrisa en sus labios mientras le acariciaba el pelo, algo más largo que hacía dos meses. Al salir descubrió que llovía débilmente y desde la entrada del hospital decidió llamar a un taxi que la acercara hasta su apartamento. Allí, en un baúl, había una bolsa ya preparada desde hace una semana y una caja con unos pequeños agujeros. Provenientes de ella se escuchaban ligeros movimientos, pero Rose no se mostró extrañada. Volvió a bajar y a subirse al mismo taxi al que le había indicado que esperara y le dio la orden de llevarla hasta el cementerio.
Alejada del recinto del cementerio, y adentrándose en el bosque, había una pequeña cripta que había descubierto hacía ya un par de semanas atrás y que decidió sería el lugar indicado. Toda la información extraída de internet acerca de ofrecimientos e invocaciones a los dioses había sido casi inservible. Había información confusa y hasta contradictoria. Lo único que había sacado en claro era el sacrificio. La simple idea le causaba náuseas, y para una Rose anterior y menos madura el hecho de matar a un animal era impensable. No por arrebatar una vida, sino por ser ella el verdugo.
Ya había elegido el sitio dónde sería el ritual, tan solo hacía falta preparar el altar. De la bolsa sacó primero una manta lisa de color claro que posó sobre la húmeda hierba y tener donde descansar sus rodillas. Las gotas traspasaron en cuestión de segundos la tela, pero al menos la protegían del farragoso barro. Luego puso sobre la piedra un par de velas negras que había traído y las encendió con unas cerillas, y alrededor de las velas colocó en una red de flores que había recolectado de allí mismo. Cuando terminó de prepararlo cogió una pequeña pero afilada daga y suspiró. No sabía si estaba preparada para hacerlo, pero no quedaba otro remedio y la depositó sobre la manta. Antes de abrir la caja cogió de la bolsa un par de guantes de plástico para no ensuciarse las manos de sangre. Cerró los ojos concienciándose de lo que debía hacer y cogió la caja y la abrió por el extremo superior. Había dos pequeñas ratas pululando de un lado a otro, inquietas, como si supieran exactamente cuál era su destino. –Ellas o tú padre- Susurró para concienciarse. Y mientras lo volvía a repetir degollaba con la daga una de esas ratas. La sangre caía a chorro sobre la manta blanca mientras pataleaba en sus últimos alientos. Con una mueca de pavor, miedo y asco, dejó la rata muerta sobre el altar, mientras cerraba su mente con las manos apoyadas en la piedra, concentrándose en llamar a hades. Esperaba que el sacrificio con su ferviente deseo de ayudar a su padre la hiciesen merecedora de su presencia.
Rosalie Mólling- Mensajes : 50
Re: Cementerio Lafayette
Pasaron unos segundo de silencio en los que parecía que no ocurriría nada hasta que el viento comenzó a soplar con más fuerza, haciendo que los árboles se movieran ferozmente. De repente las llamas de las velas parecieron explotar, alzándose como su hubiera vertido gasolina sobre ellas. Cuando las llamas volvieron a la normalidad frente a Rosalie hacia una figura masculina mirándola fijamente, con una mezcla de desdén y desprecio en su rostro. - ¿Por qué una simple mortal osa llamarme? – preguntó sin mediar palabra alguna, como si se tratara de una ofensa, sin apartar la mirada de la chica que había frente a él.
Hades- Mensajes : 3
Re: Cementerio Lafayette
El viento empezó a soplar con más fuerza, haciendo que sus cabellos batiesen en el aire y algunos mechones azotasen sus mejillas, pero continuó con los ojos cerrados y la mente centrada en la invocación. Apretó aún más los puños contra la piedra, como si la fuerza implicada fuera más eficaz a la hora de llamar a un Dios. Fue entonces cuando el fuego de las velas estalló y Rosalie pegó un pequeño respingo y abrió sus ojos ante la oscuridad absoluta. Las velas se habían apagado, y donde antes habían llamas ahora solo quedaba un pequeño rastro de humo consumido. Pero... aunque su vista se encontraba fija en la piedra, era capaz de sentir una presencia. Tan solo se atrevió a levantar sutilmente la cabeza cuando escuchó aquella voz indignada. -Hades...- Mustió, incrédula. Como si una parte de ella pensara que eso jamás fuera a ocurrir. -Siento molestarte, pero.... yo...- Cerró con fuerza los ojos buscando calmarse y que su tono de voz no temblara -Hades, te he invocado en busca de ayuda- Recobró un tono de voz más firme pero aún flojo por miedo a levantar la voz. De todos modos trataba de verse tranquila y pausada. No quería parecer prepotente, a pesar de que internamente aún residía el miedo por la situación. -Necesito que salves a mi padre. Está al borde de la muerte- Sopesó decir en "una situación delicada", que era lo que solía contarle a la gente para no tener que asumir completamente la realidad. Pero ahí estaba para solucionarlo, no para ponerse más vendas. Después de aquella noche no habría vuelta atrás. Los días se harían más claros para ella o se oscurecerían totalmente. -Solo tú puedes hacer algo por él, a cambio...haré lo que desees- No fue hasta ese entonces que levantó por fin la mirada para descubrir la figura masculina que se encontraba enfrente de ella. Su actitud no derrochaba miedo esta vez, sino valentía y convencimiento de sus palabras.
Rosalie Mólling- Mensajes : 50
Re: Cementerio Lafayette
Permaneció mirando a aquella chica, esperando a que dijera cual era la razón por la que lo había convocado en aquella tierra muerta. – No tengo todo el día, muchacha – la interrumpió mientras se disculpaba, eso ya no le servía de nada, le aburría y tu tiempo era muy valioso como para pasarlo mientras ella tartamudeaba. - ¿Salvarle?¿Por qué haría algo así? – preguntó enarcando una ceja, con incredulidad, él no era un alma caritativa que fuera salvando vidas, si así fuera el inframundo estaría desierto, y él no tendría con que entretenerse. - ¿Estás segura de lo que dices, niña? – preguntó dando un par de pasos hacia ella, se inclinó ligeramente y la tomó con cierta brusquedad del rostro - ¿harás lo que desee? ¿Y si lo que deseo es tu alma?¿morirás para salvar a tu padre?¿o le arrebatarás su vida a alguien más? – preguntó mirándola con seriedad, los humanos y sus insignificantes problemas siempre pensando que son tan importantes como para querer algo de ellos. – Muy bien, ¿quieres salvar a tu padre? Te concederé lo que pides – dijo soltándola y volviendo a erguirse en toda su altura. – Pero nada en gratis niña, a cambio tendrá que traerme algo de igual valor – con un movimiento de su mano en esta apareció un pequeño frasco de cristal negro. – Tendrás que traerme un alma que sustituya la de tu padre en mi mundo – ese era el precio de lo que pedía, ahora solo faltaba saber si estaba dispuesta a pagarlo. – Te daré un año para hacerlo, ¿aceptas el trato? – preguntó mirándola seriamente, sería divertido ver hasta donde llegaría esta pequeña chica por salvar a su padre.
Hades- Mensajes : 3
Re: Cementerio Lafayette
Tragó saliva, abrumada por la situación. Aún le costaba creer que eso estuviera siendo real y su tono brusco y poco amigable le hacía sentir un vacío en la boca del estómago. Asintió segura con la cabeza un par de veces cuando preguntó si haría lo que desease, incluso darle su alma, aunque no sabía que consecuencias finales tuviera, estaba dispuesta a aceptarlas. Pero tensó la mandíbula con la suposición final. Matar a alguien no era como matar a una rata. Cuando realmente dijo que la ayudaría, sonrió débilmente dejando escapar de sus labios un suspiro de alivio. Había salvado a su padre. Pero finalmente la petición era la de arrebatarle el alma a alguien. -Lo haré- Dijo rápidamente y sin pensar en lo que realmente significaban las palabras. Estaba cegada por la salud de su padre. -Te traeré un alma a cambio- Aceptó levantando la mirada, ansiosa por la recuperación de su padre. -¿Para que es el frasco?- Centró su vista en el bote negro que el Dios sostenía entre sus manos, quizá era una pócima que debía beber Roger para recuperarse.
Rosalie Mólling- Mensajes : 50
Re: Cementerio Lafayette
Casi sonrió al escuchar que aceptaba, eso iba a ser interesante, algo de entretenimiento para su eternidad tan aburrida, sobre todo en las fechas durante las que su hermosa Eurídice no estaba con él. – En este frasco quedará atrapada el alma que debes traerme, cuando el alma abandone el cuerpo quedará aquí encerrada y el frasco emitirá algo de brillo – explicó entregándole el frasco a la chica, posiblemente el frasco también desprendería algo de calor al contener el alma. – Regresa con tu padre entonces – se despidió desapareciendo y dándose la vuelta para desaparecer – oh, una cosa más, si en un año no me has conseguido un alma, no solo me llevaré a tu padre, a ti también – explicó con una sonrisa maliciosa, volvió a girarse y desapareció en una nube de humo frente a sus ojos.
Hades- Mensajes : 3
Re: Cementerio Lafayette
Escuchó con una asombrosa atención todo lo que le contaba, como si se tratara de un cuento elaborado con mucha imaginación. Tanto que ni siquiera en Internet se hallaba esa clase de información. Ni siquiera se acercaban a la realidad y eran puros mitos bastante alejados de ella. Sonrió tensamente cuando le indicó que ya podía volver con su padre, pero fue en la despedida final, cuando soltó una condición más. De no conseguirle un alma, su padre no solo moriría, sino también ella. Tragó saliva ante el golpe de realidad y sintió el viento fresco de nuevo cuando Hades desapareció. No se concedió ni un par de minutos para pensar y tomar consciencia del pacto que había hecho esa noche. Sino que se quitó los guantes ensangrentados, los tiró en una bolsa y los metió en la mochila. Recogió rápidamente la manta y las velas que se habían apagado al principio del ritual. Pensaba marcharse cuando se dio cuenta que sus vaqueros estaban salpicados con la sangre de la rata. Había sido previsora y había llevado un vestido negro y corto de recambio. Se sacó los vaqueros sin mirar a su alrededor. Al fin y al cabo, ¿quien iba a estar a esas horas en las afueras del cementerio? Su cuerpo le exigía una ducha urgente y otro pequeño ritual de higiene de sus malos hábitos de cuando era pequeña, pero quería ir al hospital para ver como se encontraba su padre y esa necesidad era mayor incluso que sus pequeños trastornos. Se abrochó rápidamente la cremallera que tenía en la espalda, dejándola a medio camino puesto que era incapaz de llegar sola hasta arriba. Pero tenía una chaqueta el la bolsa, así que cuando estuviera en el taxi y se la pusiera, ya no se vería.
Rosalie Mólling- Mensajes : 50
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